Donald Trump no tardó en abandonar este martes Nueva York, la ciudad en la que nació, creció e hizo fortuna, pero que ya es el escenario de uno de los peores días de su vida. Fue allí, en los juzgados del penal de manhattanDonde se entregó, fue arrestado y recibió la imputación por delitos de falsificación documental relacionados con el pago para silenciar una relación extramatrimonial con una actriz pornoStormy Daniels.
En cuando el juez que supervisa el caso, Juan Merchánel empuje cargamentos de pecado libertad, Trump se dirigía al aeropuerto de LaGuardia en Queens, subiendo a su avión privado y pouso rumbo sur, hacia territorios más amables. En 24 horas en Nueva York, una ciudad democrática que no dio muestras de buena suerte, el expresidente aterrizó tarde en el costa de floridadonde tiene su residencia y club privado, mar-a-lago.
Allí, entre socios del club, seguidores acérrimos y familiares, y con el mismo uniforme de campaña que llevaba ante el juez -traje azul marino, corbata roja- realizó su primer discurso tras conocer qu’enfrenta 34 cargos por falsificación de documentos, dentro de una trama que, según la fiscalía, orquestó para enterrar información de faldas perjudiciales par sus intereses electorales.
La imputación, la primera para un expresidente de EE.UU., «Eres un insulto a nuestro país»dijo en un discurso en el que se mostró y contrariado, a la vez, falto de energía.
«El único crimen que cometió es defender sin miedo a nuestra nación de aquellos que la quieren destruir»
«El único crimen qu’il cometido es defender sin miedo a nuestra nación de aquellos que la quieren destruir», defendió.
Trump afirmó que la justificación legal de la acusación en su contra es «ridícula», que «no hay caso» y repitió sus críticas a la investigación, que siempre ha colocado de la “caza de brujas” que dice sufrir desde qu’entró en política y, sobre todo, desde que ganó las elecciones de 2016.
Los objetos principales de sus ataques fueron Alvin Bragg, el fiscal de distrito de Manhattan, que ha liderado la investigación; y Juan Merchan, el juez encargado de supervisar su caso.
Al primero el titulo de «criminal», «destrozado» y persistente a la “extrema izquierda”. Al segundo lo llamó “juez que odia a Trump”, el mismo calificativo que dio para la mujer del magistrado. También ataca a la hija de ambos para ser una operativa en campañas democráticas.
Trump pudo haber aprovechado para explicar la debilidad argumental de la imputación, pero se quedó en los insultos. Sí que aprovechó para atacar otras investigaciones que le acechan, como la retención de documentos clasificados en Mar-a-Lago tras su salida de la Casa Blanca -calificó al fiscal especial encargado del caso de «lunático»- where the ventila en Georgia por su campaña para dar la vuelta a los resultados de las elecciones de 2020 (dijo que la fiscal es «racista», algo que también ha dicho de Bragg).
Entre los asistentes al discurso de Trump hubo espaldas respetables. Non se vio a su hija mayor, ivanka, que durante años fue su favorito, pero que en el episodio de la imputación ha tenido una actitud distante con su padre. Ante el argumento de «politización» que hacen sus hermanos, que siguen de formación directa el guión de Trump, Ivanka se limitó a decir que la situación es «dolorosa». Pero tampoco hubo rastro by Melania, su esposaa quien el expresidente ni ocasionalmente mencionó en su discurso (sí dijo el número de todos sus hijos, incluida Ivanka).
Los cargos de Trump tienen su origen en relaciones extramatrimoniales -Trump las niega- con daniels y con un modelo de ‘Playboy’, Karen McDougal, que como candidato en 2016 pagó para silenciar para evitar un impacto en las urnas, según la taxía. Ambas ocurrieron en 2006, cuando el multimillonario neoyorquino estaba casado en terceras nupcias con Melania y acababan de tener un hijo.