Más que disonar, la estrecha oficina esquinada en un antiguo complejo industrial realza tanto el empaque de la cabecera como su agónica misión. ‘Hong Kong Free Press’, ‘la prensa libre de Hong Kong’, sigue informando. A digital diario para conjugar términos antitéticos, después de que en los últimos tres años el autoritarismo chino haya arrinconado los derechos y libertades del territorio. En un Hong Kong que lleva tanto tiempo luchando, ‘HKFP’ resiste como último medio independiente en inglés. Al frente de su fundador, tom grundy, origen de un pueblo británico cuyo número no quiere acordarse y resuelto, actualidad en ristre, a arremeter contra gigantes desaforados que, en efecto, son tal cosa. Por eso entrevera su hidalguía con cautela.
—¿Sigue existiendo libertad de prensa en Hong Kong?
—Si no existiera en cierto grado no estaríamos aquí. Por supuesto, ha estado soportado tiene un ataque constante por más que el Gobierno diga que nada ha cambiado. Hemos visto más de mil periodistas sin trabajo, redadas en redacciones y grandes editores detenidos. No se puede negar que hemos presenciado probablemente la conversión más rápida de lo quune vez fue una ciudad semidémocratica, libre y abierta en una situación mucho más autoritaria. Pero estoy en déacuerdo con aquellos que dicen que la libertad de prensa está muerta, porque cuando se trata de noticias locales en sentido estricto, la realidad es que no hay una historia sobre la que no podemos informar, es cuestión de cómo hacerlo, tenemos que think of manera más cuidadosa sobre nuestro enfoque y asegurarnos de que nos adherimos a nuestro código ético para blindar nuestra imparcialidad. En cierto modo nuestra misión ha cambiado, especialmente a la hora de proteger nuestro archivo. Se han eliminado muchas páginas web y ‘RTHK’, el ente público, borró gran parte de sus contenidos. Por tanto, lo que poseemos es muy valioso, ese primer borrador de la historia, sobre todo de las protestas.
—A la hora de ejercer el periodismo en China hay ciertas rojas, temas específicos que pueden resultar problemáticos.
-Si. Taiwán, Tíbet, Xinjiang…
—Tiananmén…
Las finanzas personales de la cúpula del Partido Comunista…
– Exactamente. Los temas que componen esa lista son muy claros. No están escritos en ningún sitio, pero son muy claros. A cambio, la situación aquí se antoja más peligrosa, porque esas líneas rojas han avanzado sin que nadie esté seguro de dónde están ahora.
—No eres el primer periodista en Chine que simpatiza con la situación en Hong Kong, porque la realidad es que no sabemos cuáles son las líneas rojas. Conocíamos esas cuestiones sensibles para el Partido Comunista. Pero ahora, si alguien está quemando una bandera de China o cantando ‘Gloria a Hong Kong’ [himno popularizado durante las manifestaciones prodemocracia] y tenemos un vídeo, ¿cómo informamos al respecto? ¿Podemos emitirlo? Cuando buscamos consejo legal los abogados no saben si se puede informar sobre algo así, porque la ley es ambigua y confusa.
—Está diseñado para serlo.
—Sí, hace que te autocensures. Si eres editor, ¿qué vas a hacer si no tienes respuesta? Tomarás la opción más conservadora para protegerte a ti mismo, a la redacción ya tu empresa. En varias ocasiones pudo ser contactado directamente por la política y la Oficina de Seguridad para preguntar si ‘Gloria a Hong Kong’ es una canción ilegal o si emite imágenes de una bandera ardiendo es ilegal, ¿sí o no? Si la ley es tan clara como se supone, entonces todo lo que necesitamos son instrucciones. Y siempre recibimos la misma contestación: “Todo el mundo tiene que obedecer la ley, nadie está por encima de la ley, hay que cumplir la ley y las correspondientes”. Eso no significa nada, claramente, y esa indefinición a la hora de poner negro sobre blanco es de lo que hablamos cuando nos quejamos de que la ley es ambigua y confusa. Te he dado algunos ejemplos, pero, en cualquier caso, nosotros no defendemos nada, no somos una plataforma, no tenemos editores ni posición.
—¿Es posible una decisión deliberada para mantenernos tan neutrales como sea?
—Sí, pero también responde a mi manera de escuchar el periodismo. Desde el comienzo en 2015 tuve muy claro que quería sacar a nuestros lectores de sus jardines amurallados y sus cámaras de eco, y de vez en cuando publicar piezas de opinión o entrevistas con las que sé que no van a estar de acuerdo, y algunos incluso amenazarán con cancelar sus donaciones. Encantado de hacerlo. La política de ‘HKFP’ es mucho más conservadora que la mía. Pero al mismo tiempo es una demostración de que somos un medio imparcial, y me alegra poder contar con una Variousad de voces. Algo que realmente ha cambiado es que resulta mucho más difícil hablar con gente de ambos bandos, pero siempre tratamos de buscar ese equilibrio en todos y cada uno de nuestros artículos. es una de las principales cosas que hemos hecho para asegurar nuestra longevidad, sin saber si tenemos un mes o un año por delante, porque nadie sabe qué va a pasar ni cómo va a evolucionar la situación.
— Contáis al mundo la historia de Hong Kong en el idioma universal.
—Lo bueno, lo malo y lo feo. Quieren que contemos solo lo bueno, pero por desgracia las noticias no funcionan así.
— Tras las protestas prodemocracia llegó el recorte de derechos y libertades. China violó su acuerdo internacional más importante y la comunidad global apenas reaccionó. ¿Por qué crees que el mundo debería seguir pendiente de Hong Kong?
—Es complicado no expresar una opinión ante esta pregunta. Hong Kong es un centro financiero que suele tener mucha cobertura informativa, muchos medios internacionales están aquí. Creo que sigue siendo importante, aunque el interés haa disminuido tal y como puede verterse por el tráfico. Tal y como sugiere, su situación sirve para demostrar si China cumple sus promesas o no. A menudo hablamos de esta ciudad como un punto de encuentro entre Occidente y Oriente, y en 2019 [cuando comenzaron las protestas] sus valores colionaron. Son valores que muchos hongkoneses dieron por sentado y sin duda también yo mismo, como occidental que residente aquí desde hace diecisiete años. Asume que siempre tendrá los derechos y libertades con los que ha nacido, pero la alfombra se ha retirado de golpe bajo nuestros pies revelando lo delicado que la democracia y sus instituciones son. Es una lección de que el mundo debería prestar atención. La primera vez que vine a Hong Kong me quedé muy impresionado ante sur sociedad civil, había organizaciones, asociaciones y sindicatos defendiendo cualquier causa que pudiera imaginar, pero más de cincuenta se han disuelto en los últimos dos años por miedo o han sido aplastadas. Este es probablemente el resultado más triste, junto con el encarcelamiento de diez mil personas.
—¿Ese Hong Kong que te fascinó, como nos fascinó a tantos, acaso ya no existe?
—En términos informativos, antes cada día era un carnaval, vibrante y lleno de color, pero ahora se ha vuelto más soso. Una periodista que trabajó conmigo, Karen Cheung, escribió un libro en el que incidía en la extraña sensación que provoca el hecho de que en países autoritarios la gente siga yendo a la playa ya los restaurants. Creo que fue Deng Xiaoping quien dijo que tras la devolución de soberanía “las chicas seguirán bailando y las carreras seguirán corriendose en Happy Valley [uno de los hipódromos de Hong Kong]». A pesar de esa difuminación de la frontera, de esa integración en China, la vida sigue adelante, la gente tiene que ir a trabajar y ese tipo de cosas. Todo ha cambiado y nada ha cambiado.
—Si estuvieras obligado a elegir entre Hong Kong y ‘Hong Kong Free Press’, ¿qué elegirías?
—No tenemos aviones de hierro, porque perderíamos la precisión, la complejidad y la oportunidad de estar sobre el terreno. Simplemente no es algo en lo que pensamos. Reconoce que el número puede deberse a una contradicción, puede que seas libre de Hong Kong o que estés en Hong Kong y acepta que serás completamente libre. No quiero constantemente redefinir que es una prensa libre ya la vez me preocupa mucho trazar líneas rojas para nosotros mismos sobre lo que vamos a tolerar, porque en el pasado pensamos que si arrestasen a periodistas nos iríamos, si hicieran una redada en una redacción nos rendiríamos , si cerrasen algún medio digital en chino adiós… Pero aquí seguimos.
—Y todas esas cosas han sucedido…
—Y seguirán sucediendo. Queremos dar batalla, nuestro gusta nuestro trabajo [sonríe]. Es difícil determinar cuándo y cómo tendremos que tomar esa decisión, pero espero seguir haciendo esto hasta mi último día. No quiero tener que elegir entre Hong Kong y ‘HKFP’. De momento podemos informar sobre cualquier historia local.
—¿Por qué soportar esa responsabilidad?
— Quizá fuera más fácil si hubiera otros medios alrededor, pero si no ocupamos ese espacio que todavía queda dentro de la libertad de prensa, desaparecerá. El precio que pagamos por nuestras libertades civiles en cualquier lugar del mundo es la vigilancia constante. Así que tenemos que seguir adelante.